Luz azul en el ojo

La luz azul y sus consecuencias en la salud en general y la visión en particular un tema de gran actualidad que genera controversia.

Vivimos rodeados de pantallas y otras fuentes de luz nuevas y la duda es razonable: ¿cómo afectan estas fuentes de luz a nuestros ojos? ¿La luz azul es peligrosa?

En este artículo, intentaremos aclarar estas cuestiones y en el siguiente artículo nos centraremos en dar una serie de pautas para limitar la exposición a la luz azul.

Se ha demostrado que la luz azul tiene efectos adversos sobre la estructura celular en estudios in-vitro y animales vivos. Además la luz azul de las lámparas de iluminación LED también degrada rápidamente los pigmentos orgánicos de las piezas de exposición en los museos, lo que ha favorecido la investigación de lámparas que emitan menos luz azul.

En humanos, los síntomas a corto plazo son fáciles de identificar: irritación ocular, cansancio, pesadez, falta de concentración, etc…

Cuando nos exponemos a la luz de las pantallas después del ocaso, provoca alteraciones en el ritmo circadiano que  se correlacionan con problemas de insomnio, problemas cardiovasculares, metabólicos o incluso neurodegenerativos.

Sin embargo, los efectos oculares a largo plazo son más difíciles de demostrar, es por ello por lo que, en ciertas áreas, tenemos que hablar de que “sospechamos” de tal o cuál peligro porque la evidencia científica no estará disponible hasta dentro de mucho más tiempo.

Así que tenemos una evidencia clara de que la luz azul puede causar la degradación y muerte celular en organismos vivos de que altera nuestros ritmos biológicos y la sospecha de que también afecta al ojo humano causando múltiples problemas (algunos de ellos graves) a corto y largo plazo.

El aumento de enfermedades degenerativas del ojo, ligado al aumento en nuestra esperanza de vida, nos hace considerar seriamente la posibilidad de que este peligro tenga una consecuencia de peso en la visión de la población en su conjunto. De ahí nuestra preocupación.

Luz y radiación

Pero, empecemos por el principio: Lo que llamamos Luz es un conjunto de radiaciones visibles situadas, de media, entre los 380nm (extremo azul-violeta) y los 750 nm (extremo rojo).

Se trata de una parte mínima del espectro electromagnético, pero suficiente para contener todas las longitudes de onda que experimentamos como «colores».

 

Espectro electromagnético y Visión

Esta estrecha franja de luz visible divide en dos el espectro electromagnético: hacia la izquierda, las longitudes de onda más cortas, nos encontramos con radiaciones cada vez más energéticas y peligrosas: rayos UltraVioleta (UV), rayos X, rayos Gamma, etc…

Hacia la derecha nos encontramos con radiaciones cada vez más largas y consideradas relativamente inocuas (aunque sobre esto no hay un consenso total): los InfraRojos (IR), las ondas de Radio, etc…

La luz “blanca” y luz azul

La luz que vemos como “blanca” es el resultado de la suma de innumerables longitudes de onda, muchísimos rayos de luz de colores que, al sumarse, dan como resultado la percepción del color blanco.

Aproximadamente un 25% de la luz blanca que nos rodea es luz azul.

La luz azul es un componente natural y necesario de la luz y su longitud de onda se encuentra entre los 380nm y los 475nm aproximadamente.

Descomposición de la luz blanca

La luz azul tiene sus beneficios como vamos a ver seguidamente. Un ejemplo: se está investigando la capacidad de la luz azul para «frenar» la miopía. Hay evidencia de que la exposición a la luz azul en exteriores puede ayudar a que la miopía no suba con tanta rapidez. Más ventajas en el cuadro inferior.

Sin embargo, las radiaciones más energéticas son fuente de problemas y se ha demostrado que una parte de la luz azul puede resultar peligrosa si se abusa de ella – y hoy en día es muy común abusar de ella -.

En concreto, nos referimos a la luz azul más extrema, muy cerca ya de la luz UV, con la que tiene muchas similitudes.

Por ello, distinguimos dos tipos de luz azul en función de su longitud de onda:

Luz azul-turquesa

Luz azul turquesa

 La luz azul-turquesa, de longitud de onda más larga es beneficiosa:

  • De día, sirve para que nuestro cerebro sincronice el ritmo biológico del cuerpo con los ritmos cíclicos naturales (luz, temperatura, etc…) a través de los ritmos circadianos, esta “puesta en hora” cíclica se da también en personas ciegas, ya que este mecanismo no recorre las vías de la visión. 
  • La luz azul-turquesa es un tipo de luz que nos “activa” y nos anima. Puede incrementar el rendimiento y la capacidad de aprendizaje.
  • Además se sabe que la luz azul-turquesa tiene un rol importante en el reflejo de constricción de la pupila: un reflejo que ayuda a proteger los ojos de la radiación solar.
  • Cada vez hay más evidencia que sugiere que una mayor exposición a esta luz ayuda a frenar la miopía. Esta es una de las razones por las que se anima especialmente a los niños miopes a realizar actividades al aire libre.

Luz azul-violeta

Luz azul violeta

Hay datos que indican que la luz azul-violeta, la parte más extrema del espectro visible, puede ser nociva:

A corto plazo:

  • La luz azul-violeta provoca un mayor deslumbramiento y es causa común de cansancio y estrés visual

A largo plazo:

  • La gran energía de este tipo de luz extrema puede dañar la retina y acelerar la aparición de DMAE, una de las principales causas de ceguera en el mundo.
  • Se sospecha que la luz azul-violeta, igual que la radiación UV, ayuda a la formación de cataratas.

Nuestros ojos han evolucionado para protegerse de la luz azul

Curiosamente, nuestros ojos cuentan con cierta protección contra la luz azul:

Por un lado, lo cierto es que apenas tenemos receptores para el color azul en el ojo: los conos sensibles a las longitudes de onda azules suponen sólo un 2-3% del total, en comparación con un 32% para el verde y un 65% de los conos que responden al rojo. Esta falta de receptores físicos de la luz azul se compensa por un sistema de amplificación de la señal azul de manera que nuestra percepción del color azul es, finalmente, comparable a la del verde y el rojo.

Por otro lado, si nos fijamos en la distribución espacial de los tres tipos de conos (verde, azul y rojo), veremos que sólo los conos verdes y rojos están presentes en la fóvea: no hay receptores del color azul en la parte más central del ojo, la que nos permite ver el detalle de las cosas.

La cantidad de luz azul que llega a la retina se minimiza también debido a que los pigmentos que confieren a la mácula su tonalidad amarillenta ayudan a filtrar las longitudes de onda más cortas. Además, conforme avanza la edad, el cristalino también adapta paulatinamente una coloración amarilla-parda que ayuda a filtrar la luz azul.

La protección natural con la que cuentan nuestros ojos, sin embargo, puede no ser suficiente cuando los sometemos a un flujo continuo de luz azul.

Principales fuentes de luz azul

La luz azul está en todas partes y llega a nuestros ojos proviene de tanto del sol como de la luz artificial. Sin embargo, la cantidad relativa de luz azul emitida por el sol y las fuentes artificiales es muy distinta. Veámoslo en un gráfico:

Espectro del Sol

Espectro solar a mediodía

Este es el espectro de la radiación solar UV y visible que llega a la superficie de la tierra a mediodía.

Históricamente el sol ha sido la única fuente de luz azul durante millones de años. Nótese la distribución de la radiación solar en estas frecuencias formando un contínuo, con un máximo en los colores azules y disminuyendo progresivamente hacia las longitudes de onda más largas.

Para lograr una protección en exteriores óptima, marcas de gafas de sol “premium” como Serengeti ofrecen una protección del 95% de la luz azul.

Espectro LED

Emisión LED típica

El diagrama superior representa el espectro de emisión de un diodo LED típico.

Los LED que utilizamos hoy en día para pantallas e iluminación tienen su máxima emisión en las longitudes de onda de los azules. Para que puedan representar otros colores se les aplica un tratamiento fluorescente que permite que emitan también gran cantidad de otros colores.

A pesar de estos tratamientos, el pico de radiación azul alrededor de los 450 nm sigue siendo muy alto y puede ser fuente de problemas visuales

Qué es la luz azul

Las pantallas actuales emiten gran cantidad de luz azul

La tecnología LCD/LED supuso una gran revolución para lámparas y pantallas: más delgadas, más ligeras, más brillantes y más eficientes energéticamente, las ventajas de esta tecnología ha producido un cambio drástico en la luz que nos rodea. Pero no todo son ventajas.

Adaptadas para su uso en pantallas de ordenador, televisores, paneles, lámparas, tabletas y smartphones, los LED son auténticos aspersores de luz azul: tanto, que incluso después de tratarlos con elementos fluorescentes, siguen mostrando un pico de emisión de luz azul muy pronunciado, como se muestra en el gráfico.

Este hecho se ve agravado por dos factores adicionales:

  • La distancia del ojo a estas fuentes de luz suele ser reducida: piensa que la distancia media a la pantalla de un ordenador es de unos 70 cm, a una tableta unos 50 cm o a la pantalla de un móvil 33 cm.
  • Todos estos elementos forman parte de nuestro trabajo y/o ocio, y nos pasamos muchísimas horas frente a ellas.

Qué problemas nos puede causar un exceso de luz azul

La sobreexposición a la “luz azul” puede ser perjudicial y nos afecta de varias maneras:

  • Altera nuestro ciclo de sueño/vigilia: la excesiva exposición a la luz azul puede interferir con la producción de la hormona melatonina, produciendo un estado de vigilia más prolongado.
  • Por su parte, una menor producción de esta hormona puede alterar el metabolismo de la glucosa aumentando el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
  • Se conoce también los efectos negativos de la disrupción del ritmo circadiano en el aparato cardiovascular y sistema neurológico.
  • Los niños y jóvenes son más sensibles a la luz azul, especialmente los de más corta edad. Esto puede ser debido a que, generalmente, tienen pupilas más grandes y los medios oculares son más transparentes, lo que resulta en una mayor cantidad de luz azul que llega a la retina. Las consecuencias pueden ser devastadoras: poca calidad de sueño, un estado de alerta más prolongado, menor capacidad de concentración y menor rendimiento escolar. Además se está estudiando su relación con la obesidad y la depresión.
  • Nos provoca síntomas de cansancio y estrés visual, lo que empeora los síntomas del síndrome visual informático
  • A largo plazo puede provocar alteraciones en las células de la retina del ojo. Estos cambios se han asociado a enfermedades como la DMAE.
  • Se sospecha que la luz azul-violeta ayuda a la formación de cataratas.

Ciertamente desconocemos todavía los mecanismos concretos mediante los cuáles la luz azul actúa y quedan por aclarar muchas cuestiones a cerca de la seguridad a largo plazo de las tecnologías actuales de visionado. De ello se encargarán los diferentes estudios que actualmente están en marcha.

Tenemos a nuestra disposición herramientas para protegernos de la exposición contínua de luz altamente energética a la que estamos sometiendo nuestros ojos. Utilicemos la tecnología de modo responsable.

Actualmente, existe cierto consenso entre los profesionales de la visión al hablar de los daños que sufre el ojo por la radiación de alta energía que llamamos “luz azul”, pero no hay unanimidad.

Personalmente, he observado en mi consulta que hay una gran variabilidad interpersonal a la hora de expresar síntomas relacionados con una exposición excesiva a la luz azul. Hay todo un espectro: desde gente muy sensible a cualquier cantidad esta radiación hasta otros para quienes no supone un problema.

Sin embargo, se ha demostrado que los daños que puede causar la luz azul son dosis-dependientes, pero desconocemos qué dosis de radiación es segura y cuál no. Por lo tanto, me parece razonable optar por la opción más segura: protegerse de la radiación extrema azul-violeta en los casos que detectemos una mayor exposición a la misma.

He publicado un artículo a cerca de las distintas formas a través de las cuáles nos podemos proteger de la luz azul. Hay soluciones para todos los gustos y bolsillos, incluso herramientas gratuitas para evitar una exposición excesiva. Optar por unas u otras es una cuestión de elección personal.

Una medida básica que recomiendo es limitar -o evitar totalmente- el uso de pantallas más allá de la puesta de sol. Si esto no es posible, recomiendo utilizar alguno de los múltiples filtros de luz azul que explico en el artículo.

Después del ocaso, nuestro cerebro va a interpretar que la luz azul intensa que le llega es señal del comienzo de un nuevo día y, en consecuencia, va a ponernos en estado de alerta para prepararnos para una nueva jornada. Este desajuste, si se mantiene en el tiempo, puede provocar múltiples enfermedades que podríamos evitar con este gesto simple.

 

Esta entrada también está disponible en: Euskara

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